¿Quién se acuerda ahora de Santa Cruz y de Iriney?
MAGNÍFICO el refranero para que, aliado con el tiempo, las cosas se coloquen en su punto justo, en su sitio. Viene a cuento ahora lo de que no hay mal que por bien no venga en lo que se refiere a la planificación estival del Real Betis Balompié. Quiero aclarar que es la planificación del verano pasado y no del cúmulo de especulaciones que ya se apilan en torno a la que procederá hacer en cuanto se aproximen las calores.
Hay que ver la cantidad de tinta derramada sobre la frustración que supuso la marcha de Iriney y la decisión de Roque Santa Cruz de elegir al Málaga en detrimento de un Betis que lo esperaba con los brazos abiertos. En ambos casos se disparó fuego graneado sobre los responsables de la cosa, desde Miguel Guillén a Vlada Stosic y hasta los que pescan en ruin barca. Se les calificó de pardillos y de haber llevado desastrosamente el rumbo de las negociaciones.
La marcha de Iriney se contempló como que la más cruel de las desgracias le sobrevendría al equipo bético. ¿Cómo el Betis iba a sobrevivir sin la participación del centrocampista amazónico? Era el anuncio del caos y hasta hubo tribuletes que veían mezquindad del club por no darle al muchacho todo lo que pedía, que no digo que fuera mucho pero sí que se salía de la órbita verdiblanca. ¿Y cuando no llegó Santa Cruz? ¿Cómo podría vivir el Betis sin el carismático guaraní?
Pero ese inexorable factor que es el tiempo dice que la vida era posible en Heliópolis sin el concurso de ambos. Por supuesto que mucho habrá tenido que ver Pepe Mel en que la subsistencia sea un hecho. Vistas las cosas de esta manera y reconociendo la valía de ambos futbolistas, con Roque no habría explotado Jorge Molina y la ausencia del brasileño nadie la notó. Es más, la tesorería lo agradece, sobre todo viendo lo que ambos significan hoy en Málaga y en Granada.


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